viernes, 31 de agosto de 2012

Santoral del Día

Viernes 31 Agosto 2012
San Ramón Nonato

Religioso mercedario, fue un santo catalán. Su epíteto nonnatus (en latín: no nacido) se deriva de haber sido extraído del útero de su madre por cesárea después de que ella hubiera fallecido. Es el santo patrón de los partos, matronas, niños, embarazadas y personas acusadas falsamente.

Nació en Portell, comarca de La Segarra, entonces perteneciente a la diócesis de Urgel y, desde 1593, a la diócesis de Solsona. Se hizo miembro de la orden de los Mercedarios, fundada por San Pedro Nolasco para el rescate de cautivos católicos en manos de musulmanes del Norte de África. Se ordenó presbítero en 1222, y luego fue superior en varias comunidades de la Orden de la Merced. Como redentor de cautivos viajó al norte de África, pagó rescate por varios prisioneros y, siguiendo el cuarto voto de estos religiosos, cuando se agotó el dinero que llevaba, se quedó como rehén a cambio de la liberación de otro cristiano.

Estando cautivo, sus carceleros musulmanes lo martirizaron perforando sus labios con hierro candente para colocarle un cerrojo en su boca e impedir su prédica. Fue rescatado por su orden y en 1239 retorna a España.

El Papa Gregorio IX lo nombró cardenal pero, de camino a Roma, fallece en Cardona. Muchos milagros le fueron atribuidos antes y después de su muerte.

Fue canonizado por el papa Alejandro VII en 1657, celebrándose su festividad el 31 de agosto. Aunque su fiesta era de ámbito universal desde 1681, con la reforma del calendario fue reducida a culto local a partir de 1969.

Las ciudades de San Ramón en España, Saint-Raymond en Quebec, San Ramón en el cantón del mismo nombre en Costa Rica, municipio de San Ramón en Nicaragua y San Ramón de la Nueva Orán en Argentina fueron bautizadas en su honor.

Oremos

Tú, Señor, que concediste a San Ramón Nonato el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de este santo, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo. Amén.


Gentileza de "Evangelio del Día"y "Wikipedia"

sábado, 25 de agosto de 2012

XXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 
HAY QUE DECIDIRSE

P.Felix Zaragoza
Texto: Juan 6, 60-69

Con el evangelio de hoy Llegamos al desenlace final del capítulo VI de San Juan que hemos ido leyendo estos domingos. Las exigencias de repartir, compartir y compartirse propuestas por Jesús, según hemos visto desde el mismo milagro de la multiplicación de los panes y durante todo el discurso del Pan de vida, provocan fuertes resistencia entre los discípulos. Muchos se echan atrás y abandonan a Jesús. Los apóstoles, en cambio, ante la pregunta de Jesús: ¿También ustedes quieren Marcharse?, le reconocen como Mesías y le dan su adhesión, siguen creyendo en E1. Po r tanto, el texto del evangelio de hoy tiene dos partes: 1º_La crisis de los discípulos y 2º La confesión de los apóstoles Por boca de Pedro.

1º- La Crisis de los discípulos.
“Muchos dijeron; esto es insoportable ¿Quién puede hacerle caso?” Y es que desde el episodio de la multiplicación de los panes ha quedado claro que seguir a Jesús significa renunciar a toda ambición y asumir la responsabilidad propia del hombre libre. Seguir a Jesús es unirse a él, “comulgar” con El, asumiendo el mismo destino que El; seguir a Jesús supone, por tanto, compartir lo que uno tiene y es; supone no sólo compartir, sino también compartirse, darse a sí mismo. Los discípulos querían repartir, pero no compartir, y mucho menos compartirse. Jesús había dicho que su vida era como pan partidos: “mi vida es verdadera comida, mi sangre es verdadera bebida”. Con esto está diciendo que hay que dejarse comer por la gente y que la gente tenía que beber nuestra propia sangre. Que hay que estar dispuesto a dar la vida por los demás si es preciso. Ante esto, empiezan a retirarse y abandonan a Jesús. Jesús no obliga a nadie, pero tampoco hace rebajas en las exigencias para ganar adeptos. El amor, el servicio, el Compartir, la solidaridad es condición sin la cual no se puede ser discípulo de Jesús. Y esto es, precisamente, lo que provoca 1 a crisis entre los discípu1os. También nosotros, en nuestra vida de creyentes, tenemos nuestras crisis, y se nos plantean situaciones parecidas a la del evangelio de hoy. ¿Continuamos con Jesús o lo abandonamos? Y esto surge cuando nos cansamos de hacer el bien o defender la verdad; cuando nos cansamos de luchar por la justicia o de amar sin esperar nada a cambio; cuando nos hartamos de ir a misa o a la catequesis; cuando nos carga éste o aquél sacerdote o cualquier otro miembro de la comunidad; cuando nos pesa la fidelidad conyugal y la familia o el celibato a quienes lo hemos de vivir; cuando la enfermedad o cualquier otro mal nos circunda y asedia; cuando la duda y la increencia nos abruma; cuando, en una palabra, nos resulta duro vivir el evangelio, entonces nos pregunta Jesús; ¿También tú quieres marcharte y dejarme?

2º- La profesión de los Apóstoles.
La grave pregunta de Jesús suscita una reacción en los apóstoles. Confiesan su fe en Jesús. Optan por El y están dispuestos a seguirle. Optan por la vida que Jesús comunica, aunque haya que dar la vida propia. Nosotros también, si queremos optar por Jesús y por la Vida en plenitud, sin límite ni ocaso, habremos de repetir con Pedro, sin miedo ni complejos: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros creemos". Y esto lo Tenemos que decir hoy en un mundo en que se prefiere consumir más que compartir, en un mundo en que cunde la indiferencia religiosa. Y lo decimos convencidos de que para nosotros e Señor es nuestra seguridad absoluta frente a los múltiples temores que nos invaden; que El es nuestro único Dios frente a tantos ídolos que nos tientan; que permanecemos con El en su Iglesia, frente a tantas religiones y sectas que quieren atraparnos. Señor, hoy queremos afirmar nuestra fe en Ti, en Ti ponemos nuestra total confianza. Nuestra fe quiere ser firme y sin condiciones, sin pedir rebajas; una fe que se traduzca en un compromiso de amor, en la entrega de nosotros mismos para hacer de este mundo dividido una única familia.

sábado, 18 de agosto de 2012

XX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

CELEBRAR LA EUCARISTÍA
P. Félix Zaragoza S.


Texto: Juan 6, 51-58
Con el Evangelio de hoy entramos en la segunda parte del discurso del Pan de Vida que viene a explicar y desarrollar la afirmación con que terminaba el texto del domingo recién pasado.
Hoy pasa a primer plano el tema eucarístico que continúa y completa el del Pan vivo bajado del cielo. El Pan de Vida, es el Pan eucarístico: la carne, el cuerpo de Cristo.

1. El Pan Eucarístico
Parece ser que el texto del Evangelio de hoy no fue pronunciado por Jesús en el momento y en el lugar en que aparece. No sería en la Sinagoga de Cafarnaún y al día siguiente de la multiplicación de los panes, sino en la última Cena al instituir la Eucaristía. Escena que por cierto falta en el evangelio de Juan. A ese momento de la última Cena, respondería el evangelio de hoy. Los otros evangelios narran la institución de la Eucaristía, Juan explica lo que la Eucaristía significa para nosotros.
Jesús es Pan de Vida precisamente porque entrega su vida, su cuerpo por nosotros, por el mundo. Quienes celebran su Eucaristía, dice Jesús, "comen su Carne y beben su Sangre", participan en el misterio de su humanidad plena: misterio de encarnación, muerte y resurrección.

2. La Comunión Eucarística
Para ser plena nuestra comunión eucarística ha de tener dos direcciones: vertical y horizontal.

a) Comunión Vertical. La comunión del cuerpo y sangre del Señor debe ser parte normal de la misa como respuesta a la invitación de Jesús: "tomad y comed".
La misa, por tanto, es una comida en la que los presentes participan, comulgan.
Hay cristianos que, aun asistiendo regularmente a misa, se contentan con comulgar de vez en cuando, sólo en algunas ocasiones.
A este propósito estaría, bien escuchar lo que nos dice San Juan Crisóstomo: "imaginemos a una persona que, invitada a un banquete, se lava las manos, ocupa un sitio, y se prepara para el festín; pero luego se niega a comer. ¿No ofendería así al que lo ha invitado
Pero, "comulgar", "comer y beber" no puede convertirse ni reducirse a puros ritos. Remiten a la vida y la fortalecen. El comulgar, el comer el cuerpo de Cristo lleva a estar en comunión con El: con todo lo que Cristo es y representa. Supone también comulgar con su proyecto: su Reino.
Mientras no vivamos todo esto en la misa, no llegaremos a experimentar la vida que nos da Jesús. Mientras vayamos a misa solamente por obligación y no como necesidad vital de estar unido a Cristo; mientras sigamos llegando tarde, estemos distraídos, no participemos activamente; mientras no comulguemos el cuerpo de Cristo; mientras no se note la misa durante la semana: en casa, en el trabajo, en la calle... es que no conocemos verdaderamente a Cristo.

b) Comunión Horizontal. Según San Pablo el cuerpo de Cristo es también la Iglesia. Por tanto, la comunión eucarística pide también comunión con los hermanos, con la comunidad eclesial que celebra la Eucaristía...
Con frecuencia nuestras misas no pasan de ser simples aglomeraciones de personas, casi como las que se congregan en la plaza o en un estadio.
La misa no se puede reducir a una devoción privada e individualista; es una acción comunitaria.
Además la misa no es algo simplemente para ser escuchada, sino que es, más bien, una celebración de todos los que participan. Por eso a la misa, hay que llevar nuestro "pan", y ponerlo en la Mesa donde se pone Jesús con su Cuerpo, y repartirlo como se reparte el Cuerpo de Cristo. Ese es el sentido de la presentación de ofrendas en la Misa.
No olvidemos que el Evangelio de hoy tiene como contexto la multiplicación de los panes, donde tuvieron que compartir los cinco panes y dos pescados.
La comunión exige: partir, repartir, compartir. No se puede comulgar con Cristo sin comulgar con los hermanos. De ahí, que el que ve en el Pan del altar el Cuerpo del Señor , desnudo y enclavado en la Cruz, y con el costado abierto, ya necesita muy poco para vivir; es capaz de quitarse el pan de la boca, para compartirlo con el necesitado.

Hoy sería bueno revisar nuestras celebraciones eucarísticas; ¿por qué vamos, qué celebramos, cómo lo hacernos, cuál es nuestra participación, qué supone en nuestra vida: personal, familiar, laboral, comunitaria?

lunes, 13 de agosto de 2012

BINGO PARROQUIAL 2012


Los invitamos a participar este miércoles 15 de agosto a partir de las 15:00 hrs.  Será un buen momento para compartir en familia.

Si te quedaste sin entradas, no te preocupes.  Puedes comprarlas al ingresar al recinto Parroquial.
¡¡¡Te esperamos!!!

jueves, 9 de agosto de 2012

XIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

VIDA DE HOMBRE PARA QUE EL HOMBRE VIVA

Pbro. Félix Zaragoza S.


Texto: Jn. 6, 41-51

El Evangelio de hoy continúa, el discurso de Jesús sobre el Pan de Vida. Jesús comunica la vida dándose a sí mismo, en su realidad humana, hasta la muerte. Jesús entrega su vida, su Cuerpo y su Sangre, para dar vida al hombre, para dar vida al mundo. La aceptación de ese don suyo y la asimilación vital a él (comer su carne y beber su sangre) son para el hombre fuente de vida. El texto del Evangelio de hoy contiene dos partes bien diferenciadas: La primera, el origen humano de Jesús y la fe que hay que tener en él, la segunda, Jesús es el pan vivo que da vida al que lo come.

1. Jesús hombre

"Y decían: pero ¿no es éste Jesús, el hijo de José, de quien nosotros conocemos al padre y a la madre? ¿Cómo dice ahora: he bajado del cielo?" Los adversarios de Jesús protestan contra su pretensión de considerarse el enviado de Dios. Conocían a Jesús desde pequeño, conocían su familia, algunos seguro que jugaron con él de niños y trabajaron de mayores... Jesús es de carne y hueso, es un hombre, totalmente hombre. Por tanto la pretensión de Jesús es inadmisible. Y es que los judíos separan a Dios del hombre. Por enaltecer a Dios le habían subido tan alto que le habían alejado de este mundo. No le podían ver en un hombre, en Jesús. No conocían a Dios como Padre. Esa es la respuesta, de Jesús a sus críticas: “...todo el que escucha al Padre se acerca a mi". Ellos no veían a Dios como Padre. No creían en su amor generoso, gratuito y cercano que le lleva a comunicarse. Preferían a un Dios dueño y señor, legislador... No comprendían que la grandeza de Dios es dar vida y estar siempre a favor del hombre. No podían comprender que Dios fuera, tan humano, próximo y familiar. Ese es el escándalo, siempre actual, de la. encarnación de Dios en la raza humana . Nunca hubiéramos sospechado nosotros hasta que extremo Dios ama al hombre y se preocupa por nosotros. Pero, en Cristo ha sucedido algo que, bien pensado, resulta desconcertante y sólo puede explicarse por amor: Dios ha querido hacerse hombre, compartir nuestra vida, tener un cuerpo como el nuestro, y así saber por experiencia propia qué es ser hombre. Así, Jesús porque era hombre pudo morir por nosotros. Así su cuerpo de hombre es para nosotros Pan de Vida. Por eso no es posible creer en un Dios que se ha hecho hombre, y no esforzarse por ser más hombre cada día y trabajar por un mundo más humano. Igual que Cristo tuvo que ser hombre para salvarnos, del mismo modo no se puede ser cristiano sin ser realmente hombre. Lo cristiano no puede ponerse encima, debajo o al lado de lo humano. El cristiano no puede ser un hombre dividido. La vida de cristiano, la vida espiritual no puede separarse de lo simplemente humano. Por eso los cristianos no somos menos humanistas que otros humanistas. Pero vemos lo humano, vemos al hombre, la humanidad, la vida, a la luz de Jesús. En esta perspectiva no podemos ser partidarios de un humanismo cualquiera. El nuestro es un humanismo radical, capaz de integrar y asumir no sólo lo positivo: lo bueno, lo verdadero, lo humano..., sino también lo negativo, incluso el dolor, el pecado, la muerte. Por tanto nos atrevemos a decir que ser cristiano es ser hombre, plenamente hombre.

2. Pan vivo que da Vida

Jesús se autodefine como el pan que da vida al que lo come. Las palabras de Jesús en el evangelio de hoy son como una catequesis sobre la vida. El instinto fundamental del hombre es vivir. Toda su preocupación y su lucha está en torno a su vida. Se lucha contra el hambre y las enfermedades para, preservar y prolongar la vida. La tragedia del hombre es no poder vencer la muerte. Ante este drama, las palabras de Jesús en el evangelio de hoy, son una luz en la oscuridad: "Yo soy el pan vivo, el que come de este pan vivirá para siempre". Jesús es nuestra vida. Pero no sólo para después de la muerte, sino que ya, aquí en la tierra podemos vivir plenamente. Lo que Jesús ofrece es una oferta de calidad de vida. Por eso, porque es una vida de calidad, durará para, siempre. Pidamos al Señor que creamos de verdad en esa posibilidad de mejorar nuestra calidad de vida que él nos ofrece, que él nos alimenta con su propio cuerpo. Señor, ¡danos siempre de ese pan!

XVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Si yo fuera pan


Si yo fuera pan que distinto sería.
Cantaría un himno de alabanza al Dios que me dio la vida
y a la tierra y al sol y al agua que me alimentaron cada día,
y  a los hombres de campo que saben de siembra y de cosecha, y de alegría.

Ser pan, no es un alimento cualquiera.
Pan que Dios y los hombres besan cada día.

Si yo fuera pan, cómo me uniría a Dios,
pues él escogió el pan para ser presencia viva.
Si hay un Dios “encarnado” hay un Dios “empanado”.
Esa es la única forma de ser, en forma divina.

Donde hay pan allí está Dios.
Él lo dijo: Yo Soy el Pan de Vida.

Si yo fuera pan querría, como Jesús, alimentar
a todos mis hermanos hambrientos cada día.
Si yo fuera pan querría partirme y repartirme,
ser signo de solidaridad. Eso querría.

Si yo fuera pan me dejaría amasar y acariciar como la masa de harina;
me dejaría calentar hasta dorar por el fuego del Espíritu, que calienta e ilumina.
Si yo fuera pan me dejaría comer, hasta morir,
como Jesús, dando vida.

Si yo fuera pan mis preferidos serían los pobres y sencillos.
Ellos son los que más aprecian el pan. Quizás porque no tienen otra cosa.
Les basta el pan, lo necesitan.
Si yo fuera pan “me quitaría el pan de la boca”,
para los que no tienen  pan, para los que no tienen vida.
Así sería “bueno como el pan”. Sería “un pan de Dios”, sería pan de vida.

Si yo fuera pan no dejaría que el pan se pusiera duro, añejo,
porque el pan no es para guardar y acaparar,
sino para compartir, como se comparte en familia.
Y si yo fuera pan no me gustaría verme en la basura.
Pan que alguien tira cuando hay alguien que aún necesita.

Si yo fuera pan sería alimento  de hombre y de dioses. Y del mismo Dios,
pues él mismo nos dice “porque tuve hambre y me diste de comer.”
¡Dar de comer al mismo Dios, quién lo diría!
¡Venid, amigos, a compartir mi pan, es para todos!
Que nadie pase hambre mientras yo viva
Eso me gustaría ser: sólo pan y nada menos que pan.
Pan como Jesús, Pan de Vida.