sábado, 10 de noviembre de 2012

XXXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


LA CALIDAD SOBRE LA CANTIDAD
P. Felix Zaragoza S.
Texto: Marcos 12, 38-44.
El Evangelio de hoy presenta dos escenas que se relacionan por la referencia a las viudas y que son resúmenes de aspectos importantes de la enseñanza y actuación de Jesús.

La primera escena refleja la tensión que a menudo hubo entre Jesús y los Maestros de la ley. Lo que Jesús no soporta de ellos es la exhibición de su piedad, el figurar y aparentar para ser vistos. Y aún soporta menos que se sirvan de la religión para sacar provecho propio explotando al pueblo, particularmente a los pobres y a las viudas que acudían a ellos a buscar su consejo orientador.

La segunda escena es la de la pobre viuda que deposita dos monedas en las alcancías del templo. Esta escena viene a resumir lo que Dios valora de las actuaciones humanas. Frente a los ricos que dan mucho, Jesús valora lo que da la viuda pobre, que da lo que necesita para vivir.

Además, más allá del hecho histórico, la viuda pobre es una figura representativa de los “pobres de Yahvé", fieles a su Dios. Su fidelidad es total, como lo expresa la totalidad del don de la viuda: "Ha echado todo lo que tenía”.

1. Las apariencias engañan.
En torno al templo se mueven tres tipos de creyentes cuya conducta y piedad merece una valoración distinta a los ojos de Jesús. Estemos atentos, porque los creyentes de entonces no difieren esencialmente de los creyentes de todos los tiempos. También vale para nosotros.

En primer lugar Jesús encuentra a los Maestros de la ley, a los teólogos de profesión. Viven de la religión. Son piadosos, aparecen como gente buena. Podríamos decir que son "creyentes convencidos". Sus enseñanzas son buenas, pero dicen y no hacen; ricas experiencias externas, pero corazones vacíos… Jesús previene: ¡Ojo con Ellos!

En segundo lugar, Jesús, ve a otra clase de gente: los ricos, creyentes convencidos también que echan cuantiosas limosnas en las alcancías. Jesús juzga: dan una parte de lo que les sobra.

Por último, llega después una viuda, sin pensión, ni ayuda social y echa lo poco que tiene para vivir. Este gesto no pasa desapercibido por Jesús, que pronuncia un Elogio sin reserva.

Como se ve, se contrastan dos estilos divergentes de religiosidad. Se contrapone el aparentar al ser; queda al descubierto la vanidad, hipocresía y codicia de los maestros de la ley frente a la humildad, sinceridad y generosidad de la viuda pobre.

Por eso, sí en el evangelio del domingo pasado proponía Jesús el mandamiento del amor a Dios y al prójimo como la esencia de la religión, en el de hoy destaca la encarnación viva de tal enseñanza. Es la demostración práctica que, sin ostentación y sin que se dé cuenta la mano izquierda de lo que hace la derecha, nos ofrece la humilde viuda que entrega lo poco que tiene.

Esa es la manera real y concreta de amar a Dios con todo el corazón, con todas las fuerzas.

2.- Generosidad y vida cristiana.
La actuación de la viuda pobre no la podemos reducir a la presentación de un buen ejemplo, sino que debemos entenderla como una manera de presentar lo fundamental del cristianismo. El domingo pasado veíamos que el cristianismo es la religión basada en el amor, hoy se nos concreta cómo hay que amar. Tenemos que amar sin límites, sin medidas. En expresión del padre Hurtado:"hasta que duela."

Jesús valora no la cantidad, sino la calidad. Y no olvidemos que más importante es darse a sí mismo. Darse, por ejemplo en una sonrisa a los niños, en una visita a los enfermos, echando una mano al que lo necesita… así damos algo nuestro, damos nuestro tiempo, nos damos a nosotros mismos.