sábado, 27 de octubre de 2012

XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO



LA FE: OJOS NUEVOS PARA VER LA VIDA
P. Félix Zaragoza S.
Texto: Marcos 10, 46-52

La escena evangélica de este domingo es la curación de un ciego, Bartimeo.  Está sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al enterarse que pasaba Jesús comenzó a gritar:"Jesús, Hijo de David, ten compasión de mi". Jesús hace al ciego la misma pregunta que había hecho el domingo recién pasado a los hijos de Zebedeo: "¿Qué quieres que haga?". Pero mientras Santiago y Juan habían pedido poder y privilegios, considerando a Jesús como gobernante poderoso, el ciego pide como alguien que ha entendido cuál, es la misión de Jesús: servir a los pobres, dar vida a los enfermos, dar vista a los ciegos...

La curación es explicada de manera sintética, pero viva.  El ciego se presenta como ejemplo del creyente. En este sentido aparecen tres aspectos:

     1º La fe es lo que hace que el hombre sea salvado.
     2º El creyente "ve" gracias a la fe que pone en Jesús.
     3º El creyente "sigue" a Jesús.

1. Los gritos de la Fe.

El ciego del evangelio representa a los discípulos, que no se habían desprendido de su ideal de Mesías triunfador y a los cuales la ambición de poder los tenía ciegos, impidiendo asimilar el mensaje de Jesús. El ciego es un partidario del Mesías triunfalista.  Su mismo nombre lo indica.  "Timeo" significa en griego "apreciado”.  Y en el Antiguo Testamento "el apreciado" es el Hijo de David, el Mesías triunfador, como lo expresará inmediatamente después la invocación del ciego: "Hijo de David ten compasión de mí".

Los discípulos, aunque no entendían, tienen fe en Jesús. De hecho, el ciego Bartimeo, al dirigirse a Jesús, lo llama "Hijo de David", le da el título del Mesías tradicional; pero al mismo tiempo, lo llama Jesús, que significa Salvador.

El evangelista describe así la lucha interior de los discípulos que, atados todavía a sus tradiciones, están descubriendo que la salvación que Dios ofrece a la humanidad sólo se obtiene por medio de Jesús. Esa lucha interior les hace tomar conciencia desde que están ciegos, de que necesitan curación y de que el único que puede sanarlos es Jesús.

Como Bartimeo, también nosotros necesitamos creer para curarnos de nuestras cegueras.

2. La Fe: ojos nuevos para ver la vida.

La fe equivale a estrenar ojos nuevos para ver la vida, el mundo los hombres y las cosas desde Dios, para iluminar y dar sentido a la existencia individual y comunitaria de cada día, para entender la realidad personal, familiar y social. Por ejemplo, la fe ilumina para acertar en lo que tenemos que hacer en cada momento, nos ilumina para saber si desconfiar del otro o tenderle la mano, si romper con el cónyuge infiel o perdonarlo, si aprobar el aborto o decidirse por la vida, si ejercer la autoridad como poder o más bien como servicio, en definitiva si hemos de ignorar al hermano o si hemos de aceptarlo tal como es. Con los ojos de la fe se ven las cosas, la vida y las personas de otra manera, se ven con otros criterios: con los criterios de Dios.

3. El creyente sigue a Jesús.

El ciego del evangelio es figura de los cristianos que, muchas veces después de detenerse, vuelven a caminar.

El ciego estaba sentado al lado del camino, pero, "arrojando su manto, dio un salto y vino a Jesús... y se puso a caminar con El".

Todos, de alguna manera, en algún momento de la vida nos detenemos en el camino del seguimiento de Cristo. Nos cansamos. Pasamos nuestras crisis. Nos dejamos llevar por sentimientos y apetencias, que son incompatibles con Jesús y su evangelio. En los momentos de crisis nos cuesta ver, perdemos el horizonte, perdemos las huellas del Señor. Por eso habremos de repetir con frecuencia la oración de fe del ciego Bartimeo: Señor, que vea de nuevo; que te vea presente en el curso de la vida, en los hombres y en los hechos diarios para descubrir los signos de tu presencia y de tu llamado.

Así, iluminados por Jesús, tendremos el coraje de arrojar el "manto" de nuestros egoísmos y flojera y nos pondremos de nuevo a seguir al Señor.

martes, 23 de octubre de 2012

Siete santos canonizados este Domingo Universal de Misiones (DUM)


Roma: Siete nuevos santos fueron canonizados por Benedicto XVI este Domingo Universal de Misiones (DUM), durante el Sínodo para la Nueva Evangelización, que tiene lugar en Roma hasta 28 de octubre. Entre ellos hay misioneros de primera evangelización y modelos de ingenio para llegar a colectivos determinados. Son también los primeros santos del Año de la Fe.

Los santos son originarios de seis países: Francia, Alemania, Italia, España, Canadá y Filipinas. Son dos sacerdotes de Francia e Italia, dos religiosas de Alemania y España, y tres laicos, dos mujeres de Canadá y Alemania, y un catequista de Filipinas.


Todos ellos se distinguieron de una manera especial y personal por su anuncio del Evangelio en medio de los pueblos todavía sin evangelizar, cerca de los enfermos, por la enseñanza, la formación de jóvenes obreros y campesinos, o sencillamente ofreciendo la vida cotidiana, en la casa familiar. Los siete santos son por orden cronológico:

Pedro Calungsod (1654-1672), catequista laico, mártir en Filipinas. Originario de Cebú, fue muerto en Guam, en el archipiélago de las Islas Marianas.
Calungsod fue un laico catequista filipino, nacido en 1654, que realizaba un trabajo misionero en Guam (ver: http://www.zenit.org/article-41501?l=spanish).

El milagro que ha llevado a la canonización, aprobado por la Santa Sede el año pasado, benefició a una mujer que casi muere debido a una falta de oxígeno, en 2003. La mujer estaba en estado de coma causado por una encefalopatía, en estado terminal. La mujer recuperó la conciencia, lo que sorprendió al médico responsable.

Calungsod es modelo para la Nueva Evangelización porque en tiempos lejanos los valores que vivió no eran diferentes de los que hay que encarnar en la nueva evangelización. Su audacia en dejar su casa y acompañar a los misioneros a difundir el Evangelio en un ambiente hostil, es una llamada a ser valientes en dar testimonio de Cristo hoy.

Kateri Tekakwitha (1656-1680), laica, india de América del Norte (Estados Unidos y Canadá), llamada también “lirio de los Mohawks”, muerta tres años después de su bautismo.

América del Norte ya tiene su santa india. Una figura extraordinaria llena de encanto, testigo de lo que la gracia divina hace en quien, con toda la inocencia de una juventud incontaminada, se deja llevar por su impulso. Kateri Tekakwitha vivió mucho en pocos años. Murió consagrada a Dios a los 24 años.

En el inmenso territorio descubierto en el siglo XVI, se establecieron poco a poco colonias de todas las procedencias, ambicionando establecerse en aquellas grandes praderas. En medio de la presencia holandesa y luego inglesa, vivió una joven india mohawk.
La santa ha realizado muchos milagros privados. La conocida como “el lirio de los mohawks” tiene su santuario nacional en Fonda, Nueva York. Fue fundado en honor de Kateri, en el lugar donde fue bautizada el domingo de Pascua, 5 de abril de 1676, y aquí vivió sus años de adolescencia.

Kateri nació en 1656 de una madre algonquina cristiana –raptada por los iroqueses y casada con un jefe mohawk–, en la aldea fortificada de Mohawk Canaouaga u Ossernenon (moderna Auriesville), en el actual estado de Nueva York.

Cuando sólo tenía cuatro años, quedó huérfana, debido a una epidemia de viruela. Kateri sobrevivió pero quedó marcada de cicatrices y con una visión reducida. Kateri fue apodada “tekakwitha”, que significa “la que choca contra las cosas”. Fue acogida por su tío, que se oponía duramente a la evangelización.

Cuando Kateri tenía diez años, en 1666, una partida de guerra compuesta de soldados franceses e indios hostle de Canadá destruyó las fortalezas mohawk en la orilla sur del río Mohawk. Los mohawks supervivientes se trasladaron a la parte norte del río. Kateri vivió en Caughnawaga, sede del actual santuario, los siguientes diez años.

Cuando tenía 18 años, inició la catequesis en secreto y finalmente su tío dio su consentimiento para que se convirtiera al cristianismo, a condición de que saliera del pueblo indio. Tras caminar unos 320 kilómetros por el bosque hasta llegar a Sault Ste. Marie, un pueblo cristiano cerca de Montreal, en 1677, se establece en un asentamiento indio conocido como Kahnawake, que quedaba al otro lado del río San Lorenzo, y fue denominado “El pueblo de los indios que rezan”.

El día de Navidad de 1677, Kateri hizo la primera comunión y, en la Fiesta de la Anunciación de 1679, hizo voto de virginidad perpetua. Se ofreció a la Santísima Virgen María para que la aceptara como hija. En los últimos años de su vida, soportó un gran sufrimiento por una enfermedad grave. Murió el 17 de abril de 1680, poco antes de cumplir 24 años, y fue enterrada en Kahnawake, Quebec, Canadá. Sus palabras finales fueron: “Jesús, María, os amo”. Para saber más, la página de la beata está en inglés: http://www.katerishrine.com/.

Jacques Berthieu (1838-1896), sacerdote francés, jesuita, muerto en Madagascar, es considerado mártir de la fe. Nacido en Francia, en Ponminhac, en los alrededores de Aurillac, en una familia de propietarios agrícolas, fue ordenado sacerdote de la diócesis de Sant-Flour, el 21 de mayo de 1864, y nombrado vicario en Roanne-Saint-Mary donde pasó nueve años.

A los 35 años, entró en el noviciado de la Compañía de Jesús, en Pau. En 1875, partió para Madagascar donde ejerció su ministerio evangelizador.
En 1896, tuvo lugar la insurrección de Menalambas, que buscaba no sólo expulsar a los europeos sino destruir la religión cristiana.

Los militares obligaron a los religiosos a replegarse con ellos, pero les abandonaron durante un ataque de los insurgentes. Los fugitivos se refugiaron en la aldea de Ambonhibesoandro donde el padre Berthieu fue hecho prisionero, golpeado hasta la sangre y conducido a Ambiatibé.

Respondía a quienes le inducían a la apostasía: “Prefiero morir”. Al anochecer, mientras oraba por sus perseguidores, fue fusilado y su cuerpo arrojado al río Mananara. Era el 8 de junio de 1896.

A un amigo sacerdote, describía así su misión, consciente del peligro: “Estoy ahora desde hace dieciocho meses a una larga jornada de Tananarive, sin compañero por primera vez en mi vida, teniendo dieciocho lugares que atender en una vasta extensión. Heme aquí pues misionero para todo lo bueno y me he hecho a ello. Mis fuerzas bajan pero todavía puedo montar bien un caballo. Una vez al mes, en la reunión de los padres, voy a la capital para todos los asuntos. Me falta poco. He aquí mi vida en juego. Para resumir, aquí es donde el Reino de Dios sufre violencia por parte de numerosos, malvados y potentes enemigos”.

Maria Anna Cope (1838-1918), religiosa alemana de las Hermanas de la Tercera Orden Franciscana de Syracuse, Nueva York. Su nombre era Bárbara. Fue conocida como la madre Maria de Molokai. Nacida en Alemania, murió en Molokai, Hawai. Evangelizó a los leprosos de Molokai.

Nació en Heppenheim, Gran Ducado de Hesse, el 23 de enero de 1838. Su familia emigró a Estados Unidos y se nacionalizó. Se estableció en Utica, donde permaneció toda su vida. Estudió allí en una escuela católica. Después de trabajar en una fábrica doce años para ayudar a la familia, debido a la debilidad del padre, entró en las Hermanas de la Tercera Orden Regular Franciscana, con sede en Syracuce, al norte de Nueva York. Profesa en 1860, elegida superiora general en 1873, ese mismo año fue llamada a Honolulu por el rey de Hawai para cuidar del gran número de leprosos. En 1888, se trasladó a la isla de Molokai, donde estaba el asilo para leprosos de Kaulapapa, para asistir a san Damián de Veuster, SS.CC, en sus últimos meses de vida, contagiado por la enfermedad, y para seguir con su la obra de cuidar y curar a los leprosos.

En 1885, recibió la condecoración de Dama Compañera de la Real Orden de Kapiʻolani por sus servicios, de manos del rey Kalākaua.

Apoyó la construcción de la iglesia de Santa Filomena y del colegio católico de San Francisco de Asís. Fundó una lavandería para las leprosas y un coro para las iglesias. Exigió, a gritos, comida y medicamentos para los leprosos. Tras la muerte de Veuster en 1889, Cope fue llamada a Honolulu para que regresara a Syracuse pero ella se negó y decidió establecer su residencia en Kaulapapa, donde murió el 9 de agosto de 1918.

Giovanni Battista Piamarta (1841-1913), sacerdote italiano, fundador de las congregaciones de la Santa Familia de Nazareth y de las humildes siervas del Señor.

Nació en Brescia, el 26 de noviembre de 1841 en una familia pobre. Es una de las personalidades de relieve de mitad del siglo XIX en Italia. Huérfano de madre a los nueve años, creció vivaz en los callejones de los barrios populares de la ciudad, encontrando un apoyo educativo en su abuelo materno y en el oratorio [actividades para niños y jóvenes en las parroquias sobre el modelo creado por don Bosco] que afinan su sensibilidad y su extraordinaria generosidad; su adolescencia fue difícil y gracias al párroco de Vallio Terme (Bs) pudo entrar en el seminario diocesano. Ordenado sacerdote en 1865, inicia su ministerio sacerdotal en Carzago Riviera, Bedizzole; luego en la parroquia de Sant’Alessandro en la ciudad y párroco de Pavone del Mella. Las primeras experiencias oratorianas son para él una valiosa posibilidad para conocer de cerca a la juventud que tiene que afrontar el duro ambiente de las fábricas de la naciente industria bresciana. En trece años de fecundo apostolado recoge resultados admirables y el respeto de sus muchachos. El secreto de su “éxito” era sencillo: la fuerza de la oración: “Si yo no hiciera dos o tres horas de oración cada mañana, no podría llevar el peso que el buen Dios me ha impuesto”, contaba incansable.

Deja la parroquia de Pavone del Mella para volver a Brescia y dedicarse a una obra pensada y soñada: dar a los jóvenes una segura preparación profesional y cristiana. Reflexionando sobre el abandono espiritual y la pérdida de la fe de muchos jóvenes que llegaban a la ciudad por motivos laborales. Pobrísimo pero confiado en la providencia, pone en marcha el Instituto Artesanal, el 3 de diciembre de 1886, con la ayuda del sacerdote Pietro Capretti.

La obra se multiplica y los jóvenes reciben una buena preparación técnica. Luego, dirige su atención al mundo de la agricultura y crea, con el padre Giovanni Bonsignori la Colonia Agrícola de Remedello (Brescia). Pronto surgen personas que quieren compartir su carisma y, en marzo de 1900 instituye una familia religiosa, de sacerdotes y laicos. Funda la congregación Sagrada Familia de Nazaret, presente, junto a otra congregación por el fundada, las Humildes Siervas del señor, en varios continentes.

El padre Piamarta murió el 25 de abril de 1913, en Remedello. En 1926 sus restos fueron trasladados a la iglesia del instituto construida por él; Su fiesta litúrgica es el 26 de abril.

María del Carmen Sallés (1848-1911), religiosa española. Se llamaba María Sallés Barangueras, fundadora de la congregación de las Hermanas concepcionistas misioneras de la enseñanza, para la formación de mujeres.

Animada por una idea especial de la educación, que fuera a la vez del corazón y de la inteligencia, María del Carmen Salles (1848-1911) fue la fundadora de una comunidad dedicada a la formación de mujeres.

Nació en Vic, cerca de Barcelona, segunda de diez hijos. Muy pronto, sintió un amor especial por María Inmaculada, una devoción alimentada por la educación que recibió en el colegio de la Compañía de María, en Manresa. Más tarde, sus padres deseaban que se casara pero ella había decidido consagrarse a Dios.

A los 23 años, a pesar de la oposición paterna, entró en las Terciarias Dominicas de la Anunciación y recibió el nombre de María del Carmen.

Hasta 1892 no realiza plenamente su vocación fundando, en Burgos, el Instituto de las Hermanas de la Inmaculada Concepción, llamadas concepcionistas misioneras de la enseñanza.

Quería que la formación de las niñas y jóvenes surgiera del corazón para llegar también a la inteligencia.

La congregación está actualmente presente en otros once países: Italia, Brasil, Venezuela, México, República Dominicana, Estados Unidos, Filipinas, Japón, Corea, Guinea Ecuatorial y República Democrática del Congo. Cuenta con sesenta comunidades y miles de alumnas.

Anna Schäffer (1882-1925), laica alemana, mística bávara. A los diecinueve años, trabajando como sirviente, se abrasó con agua hirviendo y, después, agravándose su estado de salud, vivió con ánimo sereno en espíritu de pobreza y oración, ofreciendo su dolor por la salvación de las almas.

Nació el 18 de febrero de 1882 en la parroquia de Mindelstetten, entre Regensburg e Ingolstadt, en el corazón de Baviera, Alemania. Niña callada, reservada, aprendió la piedad y el amor de Dios de su madre que le dió una educación cristiana. Tras hacer la primera comunión, se ofreció al Señor, siendo su más caro deseo entrar en una orden de hermanas misioneras.

Estudió derecho, profesión que ejerció por un tiempo, intentando ganar lo necesario para poder obtener la dote necesaria para su ingreso en el convento. Su vida fue marcada el 4 de febrero de 1901: estando en la casa del guardabosque de Stammham, sufrió un grave accidente de trabajo, y se quemó las dos piernas hasta la rodilla. Terribles dolores la obligaban a permanecer en cama, pero desde ahí inició su labor de apostolado mediante correspondencia y testimonios por escrito.

Durante veinticuatro años soportó el dolor, ofreciéndolo al Señor, hasta que falleció el 5 de octubre de 1925.

Ana Schäffer era consciente de la responsabilidad que cada cristiano tiene de la santidad de su prójimo. Por eso utilizó la pluma. Su lecho de enferma se convirtió en la cuna de un apostolado epistolar muy amplio. Las pocas fuerzas que le quedaban las empleaba en el bordado, para dar a los demás un poco de alegría. Pero, tanto en sus cartas como en sus labores manuales, su razón de vida era el Corazón de Jesús, símbolo del amor divino. Representa las llamas del Corazón de Jesús no como lenguas de fuego, sino como espigas de trigo. La Eucaristía, que Ana Schäffer recibía diariamente de su párroco, era su punto de referencia. (Zenit.org).


sábado, 20 de octubre de 2012

XXIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


LA AUTORIDAD EN LA IGLESIA
P. Félix Zaragoza S.

Texto: Marcos 10,35-45
El Evangelio de hoy nos presenta una escena que muestra la total incomprensión de los discípulos de Jesús. Se trata de la desafortunada petición de los hijos de Zebedeo. Santiago y Juan están preocupados por asegurar el poder: "Concédenos sentarnos uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. Pensaban en ser ministros de un reino equiparable a cualquiera de los reinos de la tierra. Pero, de modo fino y elegante Jesús les invitó a seguirle hasta la muerte.

Inmediatamente después de esta escena viene el texto que recoge un discurso de Jesús sobre el poder y la dominación humana:"Los que son tenidos como jefes de las naciones... y los grandes, oprimen a los que gobiernan con su poder. No ha de ser así entre ustedes, sino que el que quiera ser grande, sea servidor”.

Al final se pone Jesús mismo corno modelo ya que él vino a servir y a dar la vida por los hombres.

1. Una Solicitud de Poder.
Los discípulos de Jesús, como hemos visto en domingos anteriores, buscan el poder, buscan los mejores puestos. El Evangelio de hoy presenta a Santiago y a Juan pidiendo los cargos más importantes de su reino. Naturalmente, sus compañeros se enojan: todos querían los mejores puestos.

Jesús está dispuesto a hacer cualquier cosa por los suyos, hasta dar la vida. Pero pedirle a Jesús el poder o que conceda a alguno de sus seguidores algún privilegio sobre los demás es no saber qué se está pidiendo. Equivale a pedirle que no sea fiel a lo que está predicando, que eche a perder el proyecto que está poniendo en marcha, que no sea fiel al evangelio. La igualdad, la fraternidad y el servicio es fundamental para Jesús. Ni Jesús ni el Padre conceden honores a los suyos.

Cuando Jesús esté en la cruz, llevando hasta el final su amor y servicio, en ese momento, a su derecha y a su izquierda, habrá sólo dos ladrones. ¿Dónde estaban los que querían colocarse a su derecha y a su izquierda?

2. La Autoridad como Servicio .
Jesús ofrece a todos una enseñanza acerca de cómo deben organizarse sus seguidores, cómo debe organizarse la Iglesia: "Los que gobiernan oprimen con su poder. No ha de ser así entre ustedes, sino que el que quiera ser grande, sea servidor".

Jesús descarta toda estructura de poder y toda imposición autoritaria. El poder y la autoridad deben ser sustituidos por la igualdad y el servicio. El dominio, el autoritarismo, la ambición de poder no caben en la Iglesia.

Esto es importante. La Iglesia no puede olvidarse, de ninguna manera, que Dios nos quiere iguales, hermanos. Y para ello la Iglesia tiene que eliminar de su interior todo rastro de poder y de dominio y, en consecuencia, todo lo que pueda parecerse a la relación de jefe y súbdito.

Pero no sé si en la Iglesia estamos siendo fieles a este deseo de Jesús. Al menos en la terminología que usamos, no. Seguimos hablando de "superiores", de "gobierno", de "autoridades", de "administración", de "dignatarios" y "autoridades" de la Iglesia  de "príncipes" de la Iglesia y de "jerarquía". Todos estos términos, con matices distintos, tienen el común denominador de que expresan una relación de dominio y señorío. Y esto es precisamente lo que descarta Jesús en el Evangelio de hoy.

En la Iglesia sólo debe llegar a tener autoridad aquella persona que prescinde por completo de sí misma y de sus intereses, y vive para los demás. La autoridad en la Iglesia tiene que girar siempre alrededor del servicio.

3. A Ejemplo de Cristo.
Jesús se pone a sí mismo como motivación y ejemplo de la práctica de tan paradójica, doctrina: "El Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar la vida".

Cristo no se quedó en puras palabras, Sabiendo que era el Señor, entiende y practica su autoridad como servicio. Así, por ejemplo, en la Ultima Cena, adopta el papel de servidor y se pone a lavar los pies. La invitación con que acabó este gesto:"Hagan ustedes lo mismo", es un llamado a todos los cristianos a seguir su ejemplo y su compromiso de servir a los hermanos.

lunes, 15 de octubre de 2012



Programa Misiones 2012




Martes 16 de Octubre, Encuentro Musical en Templo Parroquial:
  • 19.30 hrs. Encuentro de música y oración, Fernando Leiva.
Quedan todos invitados a participar de este encuentro de música y oración, estaremos acompañados de este grande de la música cristiana, cuyos temas han animado a muchos católicos de todas las edades a caminar, a ponerse en pie para testimoniar nuestro fe en Jesucristo.

Los esperamos a todos en nuestro Templo Parroquial del Niño Dios de Malloco y donde estará presente la Cruz Misionera, que hemos recibido de manos del Párroco Juan Carlos González de la Parroquia San Francisco de El Monte, en medio del Concierto que dio Pablo Cifuentes.  Mientras nos preparábamos para la Misa de Envío de la Misión 2012.

Es gratis, por lo que no puedes perderte esta oportunidad.  Nos vemos.


sábado, 13 de octubre de 2012

XXVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

¿RICO Y CRISTIANO?

P. Félix Zaragoza S.
Texto: Marcos 10, 17-30
    El  Evangelio de hoy contiene dos partes bien definidas, y la primera de ellas motiva a la segunda: la primera parte trata del encuentro que tuvo un hombre rico con Jesús. En la segunda, tenemos la enseñanza de Cristo a sus discípulos sobre la riqueza. Por tanto, el tema del evangelio de hoy es la pobreza voluntaria, por Jesús y su Reino.

1. La Vida Eterna.
    "Se le acercó a Jesús un hombre y le preguntó: ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?". Aquel hombre andaba preocupado por salvarse, por ir al cielo, por la vida eterna.

    A esta pregunta, Jesús responde recordándole los mandamientos que se refieren a la convivencia humana: "no mates, no cometas adulterio, no robes, no des falso testimonio, no defraudes, cuida de tus padres". De entrada llama la atención que Jesús se olvide de enumerar, como condición para salvarse, los tres primeros mandamientos que se refieren a Dios, quien al parecer se contenta con que andemos en la buena con el prójimo. Para salvarse, para ir al cielo sólo se requiere respetar la vida, el amor, los derechos y la dignidad del prójimo.

     Jesús, en realidad, habla, muy poco de la vida eterna; apenas habla del cielo. Y es que Jesús no distingue entre esta vida y la vida eterna; es la religión la causante de esta esquizofrenia. Jesús muestra la manera de convertir la tierra en un cielo. Jesús ofrece la posibilidad de gozar, ya aquí y ahora, el carácter definitivo de la vida, la vida, eterna.

    Por eso, a aquel hombre que había sido bueno desde chico, Jesús le hace una oferta: "vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, ven y sígueme". Pero, al oír estas palabras, aquel hombre se marchó.

2. La. Riqueza, obstáculo para el Reino.
    El desenlace de la escena, anterior le brinda a Jesús la oportunidad de enseñar a los discípulos sobre la necesidad del desprendimiento de los bienes materiales para alcanzar el Reino. El poner la confianza en la riqueza, en el dinero supone una dificultad tan grande como el paso de un camello por el ojo de una aguja. .

    El aviso de Jesús sobre los peligros de la riqueza no es sólo para los ricos, sino para todos los que quieran ser discípulos suyos. Es una enseñanza para todos, ya que todos tenemos "alma de rico", incluidos los pobres que también son codiciosos y apegados a lo poco que tienen. A todos los niveles sociales se busca el dinero.

   Esta actitud egoísta, en definitiva, entristece el corazón, como le pasó al rico del evangelio, dificulta las relaciones con los demás, impide hacer fraternidad, entorpece la solución del problema del hambre y de la pobreza en el mundo y hace imposible el ser discípulo de Cristo.

3. La Pobreza Cristiana.
    Jesús no necesita ricos que sostengan su proyecto. Por eso quien le siga debe hacerlo en total desprendimiento. Sólo por la entrega y la pobreza se realiza el camino del Reino. Los que siguen a Jesús caminan por el mundo sin apoyo, haciendo de su vida un signo del Reino, que se regala y se comparte en pura gratuidad.

    Jesús quiere que los suyos le sigan en pobreza, no para luchar contra los ricos, sino para crear juntos una nueva Humanidad que sea en realidad una verdadera fraternidad. Por eso la opción por la pobreza no es una virtud para conseguir méritos para el cielo; es una nueva manera de vivir la convivencia humana: convivencia basada en la justicia, la igualdad, el servicio... Por eso hay que renunciar a toda ambición, porque la ambición lleva a la acumulación y al dominio sobre los otros, produciendo la desigualdad, la opresión y la rivalidad. Toda propiedad privada nos aísla y separa de los otros, no crea fraternidad. 

    En esto, pienso, está el verdadero sentido de la pobreza cristiana. Dios no quiere que seamos pobres para que haya más pobres. Lo que Dios quiere es que construyamos un mundo de hermanos, donde todos gocen de los bienes de la tierra. Eso es lo que continúa diciendo Jesús: "No hay quien deje casa, hermanos, padre o madre, hijos, tierras... que no reciba ya cien veces más en esta vida".

   A pesar de lo que se ha dicho a veces del cristianismo, éste no tiene un ideal, de pobreza. La pobreza, es un mal contra el que hay que luchar. En el cristianismo sólo hay una ideal: el del amor. Y el ideal del amor nos mueve no hacernos pobres, sino a velar para que nadie sea pobre. Pero el ideal del amor nos conducirá sin duda a empobrecernos, ya que tenemos que compartir con los que se encuentran necesitados.

viernes, 12 de octubre de 2012



Programa Misiones 2012

Domingo 14 de Octubre,  Misa de Envío en Plaza de Malloco:
  • 16.00 hrs. Bienvenida, acogida.
  • 16.30 hrs. Concierto Musical Pablo Cifuentes.
  • 17.30 hrs. Durante el concierto, llegada de la Cruz Peregrina.
  • 18.00 hrs. Eucaristía de Envío.

sábado, 6 de octubre de 2012

XXVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO




SOBRE EL DIVORCIO

P. Félix Zaragoza S.
Texto: Marcos 10, 2-16

La lectura, completa del Evangelio de hoy contiene dos partes inconexas: en la primera, Jesús se pronuncia sobre la cuestión del Divorcio.

Jesús afirma rotundamente la indisolubilidad del matrimonio. Y para ello se remite al proyecto original de Dios sobre la unión del hombre y la mujer. Ese plan no coincide con la posterior tolerancia de la ley de Moisés, que permitía al hombre el divorcio.

La segunda parte trata de Jesús y los niños. Nuestra atención se centrará en la primera parte, ya que el divorcio es un tema candente y, por otra parte, el tema, de los niños ya lo hemos reflexionado anteriormente.

1.- La mujer no es inferior al hombre.

Era conocida de todos la manera como Jesús defendía a la mujer. Por eso, "se le acercaron a Jesús unos fariseos y, con Intención de tentarlo le preguntaron si está permitido al hombre despedir a la esposa..."

Respondiendo a la pregunta sobre la licitud o ilicitud del divorcio, Jesús, que no aceptaba la práctica del divorcio tal y como la practicaban los judíos, como privilegio del varón, consideró que la pregunta no procedía. Se le preguntaba por la reconocida institución del divorcio, como derecho del varón y verdadero instrumento de dominio del hombre sobre la mujer. El marido podía despedir a la mujer por cualquier cosa por ejemplo: que se le quemara la comida o, simplemente, que el hombre encontrara otra mujer más bonita. Y esto el hombre lo podía hacer sin más trámite que darle "un acta de divorcio", sin que a este derecho del hombre corresponda otro semejante para la mujer.

Pero Jesús sitúa al hombre y a  la mujer ante el matrimonio en un nivel de igualdad. El hombre y la mujer están en igualdad de derechos y obligaciones para conservar, alentar y fortalecer el vínculo del matrimonio. Dios quiere que el amor no se acabe nunca. A Dios no le agrada que el hombre o la mujer, cualquiera de los dos, ponga fin al amor que El ha unido. Un amor más grande que el que se tiene a los propios padres:"por eso el hombre dejará a su padre y a su madre..."

Pero el mantener este amor es responsabilidad de la pareja. El matrimonio, por tanto, es cosa de los dos. Iguales en derecho, dignidad y obligaciones. Jesús se muestra severo: “lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre", pero ecuánime: el delito se imputa por igual a cualquiera, que lo comete, sea hombre o sea mujer.

2.- El divorcio en la actualidad.

Con él ánimo de ayudar en la reflexión sobre el tema, lo primero que tenemos que afirmar: que nada dice el evangelio de la licitud o ilicitud del divorcio en los términos en que los plantea la sociedad actual. El contexto socio-cultural ha cambiado mucho desde Jesús a nuestros días.

Además acabamos de ver que lo que en realidad dice Jesús es que el hombre no puede tratar a la mujer como si fuera un objeto, que la toma y la deja cuando quiere.

Por eso, nos atrevernos a decir que, al menos en principio, teniendo en cuenta el evangelio y otros textos del Nuevo Testamento, es posible "revisar" la postura de la Iglesia ante el divorcio. Revisar no significa abrir las puertas a la permisividad o a una ley más blanda, sino tratar de volver a la comprensión teológica que tuvo Jesús sobre la unión del hombre y la mujer como un misterio.

Revisar  no es dejar de lado la doctrina de la indisolubilidad del matrimonio o adaptarla sin más a una ley civil de divorcio, sino replantearse la pregunta por la indisolubilidad desde la perspectiva de Jesús.

Tenemos que ser serios en este asunto. No  es en la situación o en la intención inicial del matrimonio donde están la mayoría de los problemas actualmente. Por eso el mecanismo de la "nulidad" del matrimonio religioso, vigente en la Iglesia, no es una respuesta a la nueva situación. No estamos ante matrimonios "nulos", sino "válidos", pero que fracasan.

Ampliar las posibilidades de "nulidad", pienso que es una hipocresía legalista.

Con esto no digo que haya que estar a favor del divorcio. Pero pretender el mantenimiento de uniones irremisiblemente rotas, desmoralizadoras para los hijos y generadoras de resentimientos insuperables, imponer una imposible convivencia a quienes ya de hecho viven separados, no es humano ni cristiano.

Que el Señor ilumine a su Iglesia para que, salvando siempre el ideal de la indisolubilidad del matrimonio, dé una respuesta humana y misericordiosa a esos mas de 60 % de matrimonios que cada, año se separan en chile.