Si yo fuera pan
Si yo fuera pan que distinto sería.
Cantaría un himno de alabanza al Dios que me dio la vida
y a la tierra y al sol y al agua que me alimentaron cada día,
y a los hombres de campo que saben de siembra y de cosecha, y de alegría.
Ser pan, no es un alimento cualquiera.
Pan que Dios y los hombres besan cada día.
Si yo fuera pan, cómo me uniría a Dios,
pues él escogió el pan para ser presencia viva.
Si hay un Dios “encarnado” hay un Dios “empanado”.
Esa es la única forma de ser, en forma divina.
Donde hay pan allí está Dios.
Él lo dijo: Yo Soy el Pan de Vida.
Si yo fuera pan querría, como Jesús, alimentar
a todos mis hermanos hambrientos cada día.
Si yo fuera pan querría partirme y repartirme,
ser signo de solidaridad. Eso querría.
Si yo fuera pan me dejaría amasar y acariciar como la masa de harina;
me dejaría calentar hasta dorar por el fuego del Espíritu, que calienta e ilumina.
Si yo fuera pan me dejaría comer, hasta morir,
como Jesús, dando vida.
Si yo fuera pan mis preferidos serían los pobres y sencillos.
Ellos son los que más aprecian el pan. Quizás porque no tienen otra cosa.
Les basta el pan, lo necesitan.
Si yo fuera pan “me quitaría el pan de la boca”,
para los que no tienen pan, para los que no tienen vida.
Así sería “bueno como el pan”. Sería “un pan de Dios”, sería pan de vida.
Si yo fuera pan no dejaría que el pan se pusiera duro, añejo,
porque el pan no es para guardar y acaparar,
sino para compartir, como se comparte en familia.
Y si yo fuera pan no me gustaría verme en la basura.
Pan que alguien tira cuando hay alguien que aún necesita.
Si yo fuera pan sería alimento de hombre y de dioses. Y del mismo Dios,
pues él mismo nos dice “porque tuve hambre y me diste de comer.”
¡Dar de comer al mismo Dios, quién lo diría!
¡Venid, amigos, a compartir mi pan, es para todos!
Que nadie pase hambre mientras yo viva
Eso me gustaría ser: sólo pan y nada menos que pan.
Pan como Jesús, Pan de Vida.