domingo, 2 de diciembre de 2012

I DOMINGO DE ADVIENTO


ADVIENTO: TIEMPO DE ESPERANZA
P. Felix Zaragoza S.

Texto: Lucas 21, 25-36

Comenzamos hoy simultáneamente el tiempo de Adviento y el nuevo año litúrgico.

Este primer domingo de Adviento está marcado por la tonalidad de la vigilancia como un eco del acento escatológico de los domingos recién pasados, donde se nos presentaba el Señor como el que vendrá al final de los tiempos.

El Adviento se orienta a la celebración de la primera venida histórica de Cristo en Navidad; pero se nos remite también a su venida última al final de los tiempos, sin perder por ello la perspectiva del presente en que se realizan las continuas venidas de Dios en los acontecimientos diarios de la historia.

En el evangelio de hoy oímos un canto a la esperanza, propio del adviento: "Se acerca la liberación". Esa es nuestra esperanza. Hace dos domingos leíamos la primera parte del evangelio de hoy, en la versión de Marcos. Hoy lo hacemos en el evangelio de San Lucas, que es el que iremos leyendo durante este nuevo año litúrgico. Ya, hace dos domingos, tratamos de entender el simbolismo apocalíptico del Evangelio de hoy, cuyo mensaje no es de temor, sino de esperanza. El acontecimiento principal que se anuncia no es el fin del mundo, sino la venida gloriosa del Señor.

La segunda parte del texto de hoy es una exhortación vehemente a estar atentos y preparados. Hay una gran afirmación: vendrá el Señor y esta venida será la liberación definitiva de los cristianos. Pero hay un peligro: que, en esta larga etapa del camino de cada día aquí en la tierra, los cristianos nos dejemos llevar por los vicios, el afán de dinero o los "agobios de la vida" y no vivamos la fidelidad al Evangelio, quedando así fuera de la salvación definitiva.

1. Celebrar el Adviento.
Las lecturas bíblicas del Adviento revelan también las etapas de la venida del Señor: 

1ª hubo una venida histórica de Cristo que se realizó en Belén. Ahí culminó la larga espera del Adviento del Antiguo Testamento. 

2ª habrá una segunda venida gloriosa y definitiva que fundamenta la esperanza del cristianismo y de la iglesia, pueblo peregrino y en marcha hacia la plenitud de ese "último día".

3ª finalmente, el tiempo intermedio entre esas dos venidas es el lugar de las constantes venidas de Dios al compás de la historia humana. Venida actual porque es presente, venida sacramental porque se realizan a través de los "signos de los tiempos" en los acontecimientos, aspiraciones y cambios del mundo.

Por tanto, en el vivencia cristiana del adviento debe haber un equilibrio de las tres venidas; pasada, presente y futura que se celebran y confluyen en este tiempo de Adviento.

El Adviento, como la esperanza cristiana, es un cheque al portador que ya posee en mano el creyente, pero que todavía no ha cobrado. El Adviento, es realidad presente y a la vez esperanza futura; razón para vivir, amar y esperar a pesar del cansancio y desencanto de la vida. El Adviento es la iniciativa constante de Dios mismo al encuentro del hombre a quien confía una tarea inacabada: la construcción de su Reino, que supone la construcción de un mundo mejor. Un mundo nuevo, un hombre nuevo.

2- Estén Vigilantes.
La vigilancia es una disposición necesaria en todo el que no quiere verse sorprendido. Vigilan los controladores aéreos para evitar catástrofes. Los ejércitos en guerra orientan sus antenas para detectar posibles Vigila el comerciante y el dueño de casa... y el Evangelio de hoy insiste en la constante vigilancia. Jesús, al mismo tiempo que anima a ahuyentar el miedo, advierte del peligro de "dormirse en los laureles", de dedicarse a bien vivir o de dejarse angustiar por la lucha de la vida.

Vigilar es no dejarse llevar por vanas preocupaciones que distraen ni por drogas que adormecen. Y esto el evangelio de hoy lo dice con tres palabras; el vicio, "el trago" y el dinero. Son tan sólo indicadores de un campo mucho más amplio de la maldad que se esconde en el corazón del hombre. Cada uno tenemos que examinarnos qué es lo que nos aparta del Señor. Por eso la vigilancia del Adviento es actitud de conversión y actitud liberadora para toda la vida del cristiano. 

Jesús nos propone hoy la vigilancia unida a la oración. Son virtudes hermanas e inseparables que se apoyan mutuamente. La oración es el mejor antídoto contra el "sueño", el aburrimiento, la flojera...

Que el Señor que vino, que está viniendo y que vendrá, nos encuentre en la vigilancia de la fe y en la oración de la vida, con las "manos en la masa" haciendo un mundo mejor y con el corazón ocupado en amar a los demás.