sábado, 13 de octubre de 2012

XXVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

¿RICO Y CRISTIANO?

P. Félix Zaragoza S.
Texto: Marcos 10, 17-30
    El  Evangelio de hoy contiene dos partes bien definidas, y la primera de ellas motiva a la segunda: la primera parte trata del encuentro que tuvo un hombre rico con Jesús. En la segunda, tenemos la enseñanza de Cristo a sus discípulos sobre la riqueza. Por tanto, el tema del evangelio de hoy es la pobreza voluntaria, por Jesús y su Reino.

1. La Vida Eterna.
    "Se le acercó a Jesús un hombre y le preguntó: ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?". Aquel hombre andaba preocupado por salvarse, por ir al cielo, por la vida eterna.

    A esta pregunta, Jesús responde recordándole los mandamientos que se refieren a la convivencia humana: "no mates, no cometas adulterio, no robes, no des falso testimonio, no defraudes, cuida de tus padres". De entrada llama la atención que Jesús se olvide de enumerar, como condición para salvarse, los tres primeros mandamientos que se refieren a Dios, quien al parecer se contenta con que andemos en la buena con el prójimo. Para salvarse, para ir al cielo sólo se requiere respetar la vida, el amor, los derechos y la dignidad del prójimo.

     Jesús, en realidad, habla, muy poco de la vida eterna; apenas habla del cielo. Y es que Jesús no distingue entre esta vida y la vida eterna; es la religión la causante de esta esquizofrenia. Jesús muestra la manera de convertir la tierra en un cielo. Jesús ofrece la posibilidad de gozar, ya aquí y ahora, el carácter definitivo de la vida, la vida, eterna.

    Por eso, a aquel hombre que había sido bueno desde chico, Jesús le hace una oferta: "vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, ven y sígueme". Pero, al oír estas palabras, aquel hombre se marchó.

2. La. Riqueza, obstáculo para el Reino.
    El desenlace de la escena, anterior le brinda a Jesús la oportunidad de enseñar a los discípulos sobre la necesidad del desprendimiento de los bienes materiales para alcanzar el Reino. El poner la confianza en la riqueza, en el dinero supone una dificultad tan grande como el paso de un camello por el ojo de una aguja. .

    El aviso de Jesús sobre los peligros de la riqueza no es sólo para los ricos, sino para todos los que quieran ser discípulos suyos. Es una enseñanza para todos, ya que todos tenemos "alma de rico", incluidos los pobres que también son codiciosos y apegados a lo poco que tienen. A todos los niveles sociales se busca el dinero.

   Esta actitud egoísta, en definitiva, entristece el corazón, como le pasó al rico del evangelio, dificulta las relaciones con los demás, impide hacer fraternidad, entorpece la solución del problema del hambre y de la pobreza en el mundo y hace imposible el ser discípulo de Cristo.

3. La Pobreza Cristiana.
    Jesús no necesita ricos que sostengan su proyecto. Por eso quien le siga debe hacerlo en total desprendimiento. Sólo por la entrega y la pobreza se realiza el camino del Reino. Los que siguen a Jesús caminan por el mundo sin apoyo, haciendo de su vida un signo del Reino, que se regala y se comparte en pura gratuidad.

    Jesús quiere que los suyos le sigan en pobreza, no para luchar contra los ricos, sino para crear juntos una nueva Humanidad que sea en realidad una verdadera fraternidad. Por eso la opción por la pobreza no es una virtud para conseguir méritos para el cielo; es una nueva manera de vivir la convivencia humana: convivencia basada en la justicia, la igualdad, el servicio... Por eso hay que renunciar a toda ambición, porque la ambición lleva a la acumulación y al dominio sobre los otros, produciendo la desigualdad, la opresión y la rivalidad. Toda propiedad privada nos aísla y separa de los otros, no crea fraternidad. 

    En esto, pienso, está el verdadero sentido de la pobreza cristiana. Dios no quiere que seamos pobres para que haya más pobres. Lo que Dios quiere es que construyamos un mundo de hermanos, donde todos gocen de los bienes de la tierra. Eso es lo que continúa diciendo Jesús: "No hay quien deje casa, hermanos, padre o madre, hijos, tierras... que no reciba ya cien veces más en esta vida".

   A pesar de lo que se ha dicho a veces del cristianismo, éste no tiene un ideal, de pobreza. La pobreza, es un mal contra el que hay que luchar. En el cristianismo sólo hay una ideal: el del amor. Y el ideal del amor nos mueve no hacernos pobres, sino a velar para que nadie sea pobre. Pero el ideal del amor nos conducirá sin duda a empobrecernos, ya que tenemos que compartir con los que se encuentran necesitados.