miércoles, 29 de mayo de 2013

FIESTA DEL CORPUS CHRISTI


Vida Eucarística

P. Félix Zaragoza

Texto: Lucas 9,11-17
Hoy, todavía como eco de la Pascua, celebramos la fiesta del Corpus Christi. Esta fiesta nos ayuda a apreciar lo que constituye el centro de nuestra vida cristiana: La Eucaristía.

Como cada domingo ponemos el pan partido y la copa derramada en el centro de nuestra vida, en el centro de la Iglesia y en el centro del mundo. Hoy lo hacemos en solemnidad: Fiesta del Corpus. 

Celebrar la Eucaristía es invitar a todos los hambrientos de Dios, de verdad y justicia, de pan, de paz y solidaridad... 

Esto para nosotros significa hacer de la vida una Eucaristía y que la Eucaristía sea celebrar la vida.

La multiplicación de los panes, en realidad, es una verdadera eucaristía. Aparecen los mismos gestos: tomar el pan, bendecirlo, partirlo, repartirlo. Estos gestos son los que caracterizan a Jesús y permiten reconocerlo, sea con pan y vino o con panes y peces, como escuchamos en el evangelio de hoy. Gestos que son acciones y que resumen lo que Jesús hizo en su vida y lo que nosotros estamos llamados a hacer con la nuestra: tomarla, bendecirla, partirla, repartirla...

Para que nuestra vida sea eucaristía es necesario ante todo tomarla en nuestras manos. Es decir, hacernos cargo de ella, no vivirla a medias, ni superficialmente, no vivirla de prestado, sino en toda su profundidad. Ser conscientes de nuestra propia realidad con sus potencias y limitaciones, viviendo con autenticidad.  

Dar gracias, bendecirla, nos estimula a vivir en clave de gratuidad: todo lo hemos recibido de Dios. Pero ¿cómo vivir así en un mundo donde todo se compra?. Identificándonos con los sentimientos de Jesús: “dejándonos comer”.  

Finalmente, el pan partido está para repartirlo, no para almacenarlo. Quien reparte es un sirviente, un criado. Así se comporta Jesús: siendo líder indiscutible del grupo se presentó y actuó como criado, realizando gestos humildes de servicio.  

Hagan esto en memoria mía es una exhortación a actuar, llevando en nuestra vida las marcas de la vida, muerte y resurrección del Señor. Es mucho más que repetir los gestos sacramentales como rito. Se trata de que toda la existencia cristiana se active para vivir en gratuidad, entrega, solidaridad, servicio... 

Desde esta perspectiva, el “denles ustedes de comer” que hoy hemos escuchado es un eco concreto del “hagan esto en memoria mía”. 

Nuestra vida eucarística está en camino hacia la Eucaristía Eterna, y entre tanto cada domingo se nutre del Cuerpo y Sangre de Cristo, alimento para el camino. Por este motivo la Eucaristía es el banquete de los que se cansan de caminar, de los que dudan, de los que necesitan cobrar fuerzas y ánimos para ejercer diariamente el memorial de la pasión, muerte y resurrección del Señor. No es “pan para los ángeles” (que no lo necesitan), sino “pan para los débiles”, cansados y agobiados, que anuncian la muerte del Señor hasta que vuelva.