sábado, 25 de mayo de 2013

SANTÍSIMA TRINIDAD


LA TRINIDAD: ¿ROMPECABEZAS O REVELACION DE AMOR?

P. Félix Zaragoza

Texto: Juan 16,12-15
Concluida la gran celebración anual de la Pascua, celebramos hoy la fiesta de la Santísima Trinidad. Por eso, el evangelio de hoy representa, efectivamente, la confesión trinitaria más clara que tenemos en los evangelios sinópticos.

1. ¿Rompecabezas o revelación de amor? 
Desde niños aprendimos a llamar a Dios; Padre, Hijo y Espíritu Santo. Así, con toda naturalidad expresamos el misterio más profundo de nuestra fe. Pero, cuando queremos definir claramente quién es Dios para nosotros, caemos en la cuenta de que las palabras y conceptos no son capaces de expresarlo. Usamos términos de las matemáticas para llamar a Dios Uno y Trino. Además utilizamos toda una jerga filosófica -teológica- lingüística para hablar de la naturaleza de Dios, de sus personas, de sus atributos… Así, corremos el peligro de convertir el misterio de la Trinidad en un enigma que hubiera que descifrar como un crucigrama o rompecabezas. 

Es un misterio, ciertamente» Pero al revelarnos Jesús este misterio del único Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, quiso descubrirnos, ante todo, un misterio de vida y de amor. Por eso, para comprender a Dios, más útil que "saber cosas" de El es amarlo y experimentar su amor tierno de Padre, su amor entrañable de hermano, su amor vivificante del Espíritu. 

2. A modo de parábola
Las parábolas y los cuentos son a veces la mejor forma para comprender, en cierto modo, los grandes misterios. Quizás, como Jesús, nosotros también tengamos que recurrir a esta pedagogía sencilla para intentar comprender algo sobre el misterio de Dios. Permítanme hacerlo a través de un cuento.

Era una vez un rey muy pensador. Se pasaba horas y horas pensando sobre los misterios del mundo y del hombre. A las preguntas sobre el hombre sucedían la pregunta sobre Dios. Preguntó a sabios, pero nadie le daba una respuesta suficiente. Pero un día un pobre se enteró y decidió presentarse ante el rey -Majestad, ¡yo puedo darle una respuesta! Y comenzó; mire fijamente al sol. Y el rey dijo: eso no es posible. Si miro al sol me quedo deslumbrado y ciego. El pobre le contestó: si el sol, siendo criatura, te deslumbra, ¿cómo no te va a deslumbrar Dios?

Por mucho que queramos, Dios no cabe en nuestra cabeza. Pero sigamos con el cuento. El rey deseaba saber en qué se ocupa Dios. El pobre continuó: -Majestad, se Lo diré a condición de que acepte intercambiar nuestros vestidos. Entonces el rey se vistió de pobre y el pobre se puso las vestiduras reales y se sentó en el trono. Y dijo: “Majestad, esto es lo que hace Dios.  

Así es, en Jesús, su Hijo, Dios tomó la forma de hombre, siendo rico se hizo pobre para enriquecernos a todos. Pero terminemos el cuento. El rey le preguntó si estaba dispuesto a enseñarle cómo es el amor de Dios: Entonces el pobre, mirándolo a los ojos le contestó: ¿está su majestad dispuesta a amar? ama y tú mismo lo experimentaras.  

Quizás, esta aproximación al misterio de la Trinidad, sea demasiado infantil, pero si no somos como niños no entendemos el misterio de Dios y su Reino.  

3. Espiritualidad Trinitaria. 
La palabra "Trinidad" no aparece en la Biblia. Es fruto de la reflexión posterior. Se acuñó en la teología para combatir los errores de quienes negaban la divinidad de Jesús o del Espíritu Santo.  

A pesar de todo, aunque no salga en la Biblia, todo el Nuevo Testamento es un hablarnos del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Ellos, los tres son los protagonistas. Unos protagonistas que lo que pretenden es acercarse a los hombres para comunicarnos su amor. Esto es lo que nos dice el evangelio de hoy: ser sumergidos, bautizados, en la vida y en el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. De tal suerte que podemos experimentar personalmente, en la fe y en el amor, nuestra relación familiar de hijos respecto de Dios-Padre, de hermanos respecto a Dios-Hijo, viviendo esta vida nueva según el Espíritu.