Un Mundo sin Excomulgados |
Félix Zaragoza S.
Texto: Marcos 9,38-48
El evangelio que comentamos recoge episodios y sentencias diversas, que podemos dividir en dos partes en la primera sigue la incomprensión de los discípulos. No sólo discuten acerca de los primeros puestos, como veíamos el domingo recién pasado, sino que pretenden asegurarse unos privilegios. El poder de “expulsar demonios" lo quieren sólo para ellos. Pero Jesús adopta una postura tolerante valorando el bien que cualquiera pueda hacer. Por eso a continuación añade una sentencia valorando toda ayuda que pueda proporcionarse en favor del hombre: "quien dé un vaso de agua no perderá su recompensa".
La segunda parte plantea el problema del escándalo: hemos de evitar a toda costa todo lo que pueda dañar la fe, la propia y la ajena, sobre todo de los demás pequeños.
1. Apertura frente al Sectarismo.
Si el domingo pasado Jesús proponía una actitud de servicio, hoy nos inculca una actitud de apertura y tolerancia sin fanatismos ni exclusivismos. Jesús no quiere a su Iglesia como ghetto cerrado. Nos quiere abiertos y solidarios de todos los hombres honrados y con calidad humana que, aunque no sean "de los nuestros" porque no pertenecen al grupo cristiano, buscan no obstante el bien, tenemos que alegrarnos de que se practique el bien, de que se luche contra el mal, de que se construya el reino, también fuera de la Iglesia.
Tenemos que tener claro que el reino no se autolimita al ámbito de la Iglesia, sino que alienta en todos los hombres de buena voluntad, aunque no pisen nunca nuestros templos. Cuantos aman al prójimo y trabajan sinceramente por un mundo más humano y por los derechos del hombre están a favor del evangelio. El bien y la verdad, y hasta el mismo evangelio no son monopolio exclusivo de nadie. El evangelio es una oferta para todos.
Esta actitud de hacer el bien para construir un mundo mejor es la que hace posible el ecumenismo, en el más amplio sentido de la palabra. Porque la triste realidad es que tenemos la religión suficiente para odiarnos, pero no la bastante para amarnos. Este es el deseo del poeta Neruda: "Quiero vivir en un mundo sin excomulgados..., quiero vivir en un mundo en que los seres sean ante todo humanos, sin más título que éste; sin darse en la cabeza con una palabra, con una etiqueta".
En esta actitud, donde el humano importa más que la ideología, el partido, y hasta la misma iglesia o religión, no podrá haber exclusivismo, ni tampoco proselitismo. Y así concluye Neruda: "Quiero que se pueda entrar en todas las ig1esias." Esto es lo que nos enseña Jesús hoy: todo el bien que se hace, dentro o fuera de la iglesia, merece aplauso y apoyo.
2. El Escándalo.
El Jesús que acabamos de ver tan tolerante, llega a ser intransigente frente a los que impiden que crezca la fe: "el que escandalice… más le valiera que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar".
Jesús es radical. Continúa diciendo: "Si tu mano, tu pie, tu ojo te da escándalo, córtate la mano, córtate el pie, sácate el ojo. Es mejor entrar mutilado en el Reino, que ser botado al fuego que no se apaga".
Las dos frases en definitiva se dirigen a aquellos que, o porque no les interesa, o porque quieren apuntarse todos los méritos, estorban o impiden el trabajo y el compromiso de alguien por el Reino.
El escándalo es hacer tropezar al que trabaja en favor del hombre. Es aburrir, desanimar, cansar al que está comprometido con el evangelio.
Cortarse la mano, vaciarse el ojo... son metáforas vigorosas que no hay que tomar al pie de la letra. Lo que Jesús quiere decir es que debemos saber cortar a tiempo con las intenciones torcidas, proyectos desviados y acciones perversas.
Seguir a Jesús es un "SI" que implica toda nuestra persona y pide la autodisciplina del "NO" para todo aquello que estorba o no conduce al Reino de la vida.
Que María, bajo el título del Carmen, nos ayude a hacer un Chile reconciliado y más humano.
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